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Hoy le dedico mi publicación a Santiago,
un hermano en Serrat.
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¿Qué grande eres... Maestro!
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Métrica sin esquema fijo de rima
pero buscando una asonancia de sonidos
en los últimos versos de cada estrofa.
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Poema dedicado a Joan Manuel Serrat
usando títulos de sus canciones.
En el vídeo, está musicalizado
y con voz por la I.A,
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A fresas con miel me saben tus letras,
bastión por demás de buena poesía,
palabras de amor sencillas y tiernas
llenaron de luz mis más negros días.
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¡Y qué grande eres Serrat
y qué grandes son tus letras!
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A mi recuerdo se viene
el barquito de papel
navegando por los mares
de los charcos que al llover
se formaban en las calles
de aquel tu pueblo tan blanco
donde pasó tu niñez.
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Y esa mágica utopía
que huyó del mundo cabal
perseguida por los perros
y aquellas letras bonitas
para el campesino aquel
que dices nació en España
y se llamaba Manuel.
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Tus historias de vampiros
y de niños del Brasil
que se mueren por los tiros
de tanta perversión cruel
que siempre culpa a los niños
del milagro de nacer.
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Tus versos a esa mujer
que también sin margaritas
puede en el amor creer
llevan de ti la grandeza
de hombres como tío Alberto
que ayudaron a crecer
los sueños de quienes sueñan
con mundos de amor y miel.
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Y esos versos a Lucía,
la mujer hecha pasión,
es la historia más bonita
grabada en el corazón
de quienes sueñan y gozan
con las cosas del amor.
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Y Penélope soñando
con su amor por esos mares,
luchando con la ilusión
por el verlo regresar
mientras lloraba tejiendo
en su banco frente al mar.
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Tus letras que nos hablaban
de muñecas de cartón
con sus vestidos de novias
y zapatos de charol
esperando que algún loco
las cubriera de pasión.
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Y ese mar del que contabas
que iba besando tu aldea,
y perfumando tus playas
con su saborcito a brea,
ese mar que fue testigo
de sueños y de quimeras
de navegantes con brío
luchando con sus mareas.
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Y de aquel Currillo El Palmo
pasando noches en vela
por culpa de Merceditas
la del tablao del Lucio
un chiringo en las afueras,
mientras soñaba el garrulo
con irse a pegar dos vueltas
en el carrusel del Furo
que anunciaba en los carteles;
¡Dos billetes por un duro!
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De vez en cuando la vida
ilumina nuestros días
con poetas como tú
que nos encienden la piel
como a la piel de manzana
de la niña que a las diez
ya debe estar en la cama.
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Y esa balada en otoño
que pone pelos de punta
a todo aquel que la escucha
sentado junto al hogar
mientras la nieve marchita
aquellas sienes tan blancas
de aquella Tieta al andar
caminito del despacho
del abogado gandul
que la quiso camelar.
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Y al escuchar tus canciones
a la orilla de tu mar,
yo sueño también un día
irme a vagabundear
como hiciera ese Quijote,
sin peto y sin espaldar
que León Felipe creó
para que tú con tu voz
volvieras a levantar
los sueños del caballero
en su errante galopar.
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Y aquella casita blanca
abrevadero de amores
donde saciaban la sed
los ministros y doctores
de la baja sociedad.
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Y aquel hijo que perdió
el regreso hasta su hogar
en el que mamá esperaba
un soneto que pudiera
llenar el hueco que dejan
los hijos cuando se van.
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Y esa saeta que canta
el Machado en su versar
a ese cristo que se duele
ante el látigo que muele
sus lomos al caminar.
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Esa cruz sobre los hombros,
esos ojos suplicantes
pidiendo a Dios por los hombres
muriendo para sembrar
los corazones de amor
y el perdón a los demás.
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¡Qué grande, grande Machado!
y grande, grande Serrat,
Y los dos me conmovieron
con tan hermoso cantar.
Y muchas historias más
que me quedo sin contar,
¡Qué grandeza tu cantar!
¡Enorme y grande Serrat!
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Y ya tan solo maestro
embargada de emoción
te ofrezco un ramo de rosas
por esas pequeñas cosas
que llenan el corazón.
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Referencias en el poema
a estas canciones de Serrat:
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Palabras de amor
Barquito de papel
Pueblo blanco
Mi niñez
Utopía
Le llamaban Manuel
De vampiros y vampiresas
Niño silvestre (niños de Brasil)
La mujer que yo quiero
Tío Alberto
Lucía
Penélope
De cartón piedra
Mediterráneo
Curro el Palmo
El carrusel del Furo
De vez en cuando la vida
Piel de manzana
Balada de otoño
La Tieta
Vagabundear
Vencidos
La casita blanca
Soneto a mamá
La saeta
Aquellas pequeñas cosas
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Mercedes Bou Ibáñez