Robar es malo.
¿No te lo han dicho antes?
Nadie te enseñó que no está bien
despojar de aliento a quienes miras,
ni que no es justo arrebatar la calma
con solo una sonrisa.
Maldito ladrón, consciente de tu crimen,
disparas otra mirada, otra sonrisa.
Sin miedo a las represalias,
te defiendes diciendo: \"soy libre\".
¿Cómo puedes ser libre,
mientras yo, sin haber cometido delito,
me encuentro prisionera?
Condenada a pensarte y no tenerte.
O al menos eso creía,
hasta que cometiste tu mayor fechoría.
Sigiloso,
descarado,
me robaste un beso,
sin un ápice de remordimiento.
Como todo ladrón experimentado,
susurraste: \"No te enojes\".
¡No te enojes!
Qué audacia la tuya.
Una vez más,
tú eres libre
y yo sigo presa de tu mirada,
de tu sonrisa,
de tus besos.
Te lo repito por si no lo entiendes:
Robar es malo.
¿No te lo han...
Me interrumpes,
me besas de nuevo,
y apenas alcanzo a susurrar...
¿...dicho antes?
Maldito usurpador,
no contento con robar mis pensamientos,
ahora quieres mis caricias,
mis deseos,
mi cariño,
mi pasión,
mi tiempo.
Y como buena prisionera,
cumplo mi condena,
con miedo de que no te sea suficiente
y un día te vayas,
aumentando mi pena.
Llevándote el brillo de mis ojos,
mis suspiros,
acostumbrado como estás
a ser el ladrón
y ser yo quien siempre paga los castigos.