Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que supe de ti, y no he dejado de pensar en ti.
Aun cuando veo las horas, los días, y los años pasar, sigues ocupando un rincón en mi mente. Recuerdo con claridad aquel momento en que te conocí, la mirada que llevabas ese día. Intento entender por qué continúas tan viva en mis pensamientos, por qué te extraño tanto, a pesar de que intuyo que ya no deseas saber de mí.
He pasado días y noches tratando de desentrañar el motivo por el cual siento que nuestras mentes se cruzan tanto. ¿Acaso fue cierto lo que dijiste aquel día, que no querías saber más de mí? Aunque nunca pronunciaste esas palabras de forma literal, no sé qué sentir, ni qué pensar. Fui tan vulnerable contigo, y eso hace que sea aún más difícil olvidarte.
¿Sabrás que escribo para ti? ¿Alguna vez leerás las cartas, las historias y los poemas inspirados en ti? Cada vez que escribo, siento que las palabras se aglutinan para formar tus hermosos ojos, esos en los que todavía me encuentro perdido. Salir de aquí parece un desafío; ¿realmente deseo escapar de este lugar?
Hay algo en mí que espera no poder plasmar jamás lo que siento en su totalidad, pues me angustiaría pensar que mis palabras pudieran siquiera acercarse a lo que me haces sentir.