Tú piel se nutre con mis caricias
la irriga el calor de mi suspiro; aliento de tu amor yo respiro
cada parte de tú ser es delicia.
Tú piel goza plácida sin malicia
de las mieles cálidas de mis besos;
el rastro de mis labios es impreso
en el ancho corporal sin sevicia.
Se cansa la pasión de tu mirada,
cuando la distancia se opone,
el encuentro senil nos repone.
Hasta volver la piel llamarada
se consuma en pleno la alegría
hoguera de amor se degrada.