Aromas de nostalgia
Camino por Zalamea
de la mano de mis sueños,
cuando subo por mi calle
con mi mirada la beso,
sintiendo que en cada paso
voy acariciando el suelo.
Y cuando llego al castillo
en su puerta me detengo,
un huracán de emociones
me está golpeando el pecho,
de nostalgia tiene aromas
y sabores de recuerdos.
A mi llegada a la plaza
cuando el distilo contemplo,
me conmueve su grandeza
y retrocedo en el tiempo...,
intentando imaginar
cómo serían aquellos,
que con sus manos labraron
las piedras del monumento
y cómo serían los otros,
que lo elevaron del suelo.
¿Cómo vivirían sus vidas;
desgraciados o contentos?
Y no sé muy bien por qué,
sentí tristeza al momento.
Ahora estoy en el tablao,
lo miro desde su centro;
no puedo recordar nada
de tanto como recuerdo.
Mis pasos cambian de rumbo
y más que caminar vuelo,
porque siento que me llaman
los seres que tanto quiero
y que descansan ahora,
bajo el cielo de su pueblo.
Les hablo de muchas cosas,
me responden en silencio;
pues no hacen falta palabras
cuando hablan los sentimientos.
No quiero mostrar dolor
y por eso no lo muestro,
solamente les sonrío
y que me sonríen siento.
La nostalgia me traspasa
al salir del cementerio...,
mi corazón se desboca
y tan sólo lo contengo,
cuando siento la bravura
del amor que brota inmenso
desde el centro de mi alma,
por mi tierra y por mi pueblo.
Son mi esencia de mujer,
son mi estructura y mi centro.