Yeshuapoemario

HabrĂ¡ un tiempo de angustia (Dan. 12:1).

 

 

En el vasto lienzo del tiempo, las profecías se despliegan,

como estrellas en la noche, sus misterios nos envuelven.

Daniel, vidente de sueños, en su libro nos contó,

de un final revelado, un destino que se tejió.

 

Miguel, el gran príncipe, en las escrituras se alzó,

defensor de los fieles, su batalla comenzó.

En mil novecientos catorce, una corona celestial,

fue a Jesús entregada, en un acto sin igual.

 

El trono del cielo, con justicia se adornó,

y el rey de los cielos, su reinado proclamó.

Mas Daniel advirtió, de una angustia sin igual,

un tiempo de tribulación, un juicio final.

 

Desde el alba de las naciones, nunca tal se vio,

un sufrimiento tan grande, que al mundo estremeció.

La gran tribulación, en Mateo se predijo,

un tiempo de dolor, que al final se extinguiría.

 

Jesús, el redentor, en el Armagedón se erige,

defendiendo a su pueblo, su amor no se mitiga.

La gran muchedumbre, de la tribulación saldrá,

en Apocalipsis se narra, su esperanza brillará.

 

Como ríos que fluyen, las eras pasan sin cesar,

y las palabras de Daniel, aún resuenan en el mar.

Profecías de un tiempo, de un fin que ha de llegar,

en el libro sagrado, su eco perdurará.

 

Que cada quien interprete, en su corazón medite,

las visiones de antaño, que el futuro nos invita.

En el libro de Daniel, un mensaje se despliega,

de esperanza y de fe, en el tiempo que nos llega.