Llegaste sin pensarlo, sin la prisa de la espera,
como un susurro suave que el viento siempre lleva.
Tu amor fue tan potente, como el mío, un volcán,
que se consumieron juntos en una única explosión.
Parecía todo perfecto, demasiado perfecto para creer,
como un sueño efímero que no se puede sostener.
Nuestros corazones ardieron en un fuego sin control,
y en ese instante eterno, se desvaneció el sol.
Te fuiste golpeando directo en el corazón,
dejando huellas profundas en mi alma y en mi razón.
Era un amor tan intenso, como un rayo en la tormenta,
que iluminó la noche y dejó una marca eterna.
Fue un amor fugaz, como estrella en el cielo,
brilló con tanta fuerza que se perdió en el desvelo.
Pero en cada recuerdo, en cada latido fiel,
vive la chispa ardiente de lo que pudo ser.
Llegaste sin pensarlo, y te fuiste sin razón,
dejando en mi pecho la sombra de tu explosión.
Aunque el tiempo pase, y el dolor se calme al fin,
siempre recordaré el amor que viví en ti.