De la rosa marchita en un florero
escondido en las sombras del pasillo
que alimentan las dudas de mi alma,
rezuma su estertor como estribillo
en canción redactada en mi tintero.
Alejada del mundo y de su brillo
sus pétalos entre la nada vagan
en un pretil de soledad y calma.
El fresco resplandor de sus aromas
son ráfagas perdidas en el cielo
derramado en oscuras intenciones.
Su holocausto vendrá con la mañana
al sacar del florero el ramo muerto
cambiado por flores plastificadas.
JOSE ANTONIO GARCIA CALVO