Es un faro
que se alza en la bruma
del tiempo,
sus luces dibujan caminos
sobre mares de silencio,
y cada ola trae consigo
historias olvidadas
de náufragos de estrellas
que buscan la orilla
en sus propios recuerdos.
Las corrientes del cielo
bailan con sus destellos,
y los ecos de antaño
se entrelazan con los sueños,
mientras las constelaciones
susurran secretos
a las sombras que se mueven
bajo un manto de terciopelo.
Al amanecer,
los suspiros del universo
se encienden en llamas doradas,
y el faro, con su luz,
revela un horizonte
donde las palabras florecen
como flores de fuego
en el jardín del tiempo.
Y así, en este instante fugaz,
el faro y el océano
se encuentran en un abrazo,
celebrando la eternidad
en cada latido,
en cada paso
hacia lo desconocido.