davo tiz

El y la muerte

El hombre presintio la muerte a sus espaldas. 

con un gesto de indiferencia se calzo el fusil, la mochila y el asma.

En su mochila su diario y un libro de Neruda.

No quiso que hubiera dudas de quien era o de quien fue. 

 

La muerte leyó fácil la partida. 

Hasta que se encontró esos ojos de fuego, que le ardían.

De los labios a los pezones 

De los pezones a los pies. 

 

Luego la muerte esa pobre mujer

Sin alma 

Se recostó en el lecho exhausta

El se multiplico en pancartas 

 

Por las calles de París,  en el Congo y Nicaragua 

Se volvió leyenda se hizo semilla y raza.

Su nombre rebeldía y esperanza