Entregado a las tareas superfluas y al desasosiego,
buscando una cuota de fealdad en la belleza
y esculpiendo conceptos ambiguos.
Algún discernimiento lógico y efímero
presagia al sujeto que soy:
desechando respuestas
erigido en preguntas.
Ocupando involuntariamente el tiempo,
con pasajes colmados de quietud
y otros atestados de jolgorio:
bullicio de multitudes.
Ana María,
asomada a la ventana, viendo el mar,
envolviendo su silueta
en suspiros de sal.
Sumido a ratos
en la nostalgia oculta del monocromo
(Dead Man, de Jim Jarmusch);
y otras veces atrapado en el exterior
por una escala de grises reiterativa:
comida abandonada,
papeles arrugados,
harapos desgastados,
vidrios rotos,
colillas mojadas,
y un caballo enjuto como yesca,
comiendo de la basura.
La indiferencia
camina desenfrenada hacia el ocaso,
rumiando un futuro pasado.
El mismo destino, ineludible y sinsentido:
voluntad que se disipa,
acción que se repite,
palabra que se olvida
y sueño que desvanece.
Mayo de 2022, Managua.