Ya emigró aquel ruiseñor
que alegraba mis mañanas
cantando desde las ramas
de aquel árbol del amor.
Aquel armonioso canto
se oía al amanecer,
viendo al sol aparecer,
mostrando todo su encanto.
Se acercaba a mi ventana,
dejándose acariciar,
tratándose de llevar
unas migas que le daba.
Llega la nueva estación
quedando el árbol desnudo,
el que vuelva, ya lo dudo,
ya será en otra ocasión.
Vuelve la melancolía
a esperar la Primavera,
cuando el ave aventurera
nos devuelva su alegría.
Classman