Un pececito creía en la justicia
y Derecho quizo estudiar.
Como era muy responsable,
sin mayores dificultades se hizo a la mar.
Muy contento con su logro
se dijo: “ahora es tiempo de mostrar
todas esas tus convicciones,
que a muchos podrán ayudar”.
¡Cuán iluso pececito!,
no duró mucho su actuar,
luego de rescatar a varios
lo empezaron a cercar:
unos cuantos tiburones,
¡ni uno era estrella de mar!,
todos quisieron ahogarlo
y sabotear su pensar.
Ya bastante lastimado
y luego de mucho llorar,
se retiró a un lejano estanque
para poder meditar.
Hoy los mira desde fuera
y siempre puede observar,
como los grandes se comen
a los que apenas pueden andar.
Y este ingenuo pececito
que en la justicia creyó,
ya comprendió que la misma
sólo es trabajo de Dios.
Lucila De Melo(MMGA)
Uruguay