Despiadada soledad,
espinosa en aciagos días,
tormento que no cesa,
así es la vida mía.
Viviendo vidas tapiadas
en celda compartida,
sin compartir siquiera
mirada fugaz y esquiva.
Altivo orgullo que acompaña
amargas noches grises
sin rozar la piel apenas,
ni de cerca en sueños tristes.
Despertares iracundos
señorean acres quejas
perfilando amargas letras
sin piedad ni un interludio.
Buscaré aldeas lejanas
donde olvidarme de mis penas
y no encontraré reposo
si no me deshago de ellas.