GDA

CAPTURASTE LA LIBERTAD DE MIS SENTIDOS

Capturaste la libertad de mis sentidos,
bajo el sortilegio en la delicadeza de tu dermis,
la magia en tu mirada me enloquece
y la pasión sin límites que en mí aumenta
obedece al hechizo de tus cabellos en su lindura,
la blancura de tu sonrisa que se forjó de marfil
produce estragos que le agradan a mis pulsaciones
y por cada uno de tus fulgores, sagradamente,
cautivo dejas a mi corazón en su timidez;
preso en tu cuerpo, tu tiempo y tu suelo
aspiro a embelesarme despacio, despacio...
busco probar tus delicias lento, lento,
empero, el precio a pagar por este frenesí
es hallarte ahora en lontananza, con inaccesibilidad y prohibición;
reconozco mi futilidad, mi laya de indignidad,
grotescamente me hallo, ¿cómo tenerte por merecida?,
y solamente me quedo en mi lecho,
envidiando la dicha que agraciadamente aquel merecedor
de todos y cada uno de tus primores recibe
y a mí me queda fingir tu proximidad con los vientos,
en cada céfiro simular tus caricias con su gracilidad,
en cada flor evocar al aroma de tu ser,
en las nubes formar tu rostro de mujer
y saborear desde la miel todas tus delicias;
buenaventura al caballero cuyas manos
bajo las hiedras de tu frente puedan pasearse;
dicha al varón cuyos labios cómodamente reposan
sin prisas durmiéndose sobre tus planicies
y en la comisura de tu manantial de carmín
él puede probar el néctar que de ti emana;
con vileza me encuentro para hacer una irrupción
en tu mundo que tornas en maravillas
-con la magia que naturalmente en ti se halla-,
imposible es para mí arrebatarte de tu mundo
para incrustarte en mi mundo con su infamia,
por eso crear un mundo más es la clave,
un mundo donde mi voz displicentemente enmudezca
para escuchar todo lo que me dicen tus ojos,
un lugar donde mato a la irascibilidad de mi humor 
para que reine el primor de tu excelsitud
en el que se fundan todos mis apetitos,
lugar de magia donde quizas te secuestre sin permiso,
con tu disponibilidad para mí, toda tú, entera, completa
y sin restricciones, solos tú y yo en tal paraíso,
-con un amor diáfano- como aprendices del amor.