Arquitecto del amor,
mi vida me ha hecho elegir,
por propia convicción,
hoy quiero ser arquitecto.
Desarmó su amor,
conocer
a aquella doncella,
que me hizo idealizar
con un castillo irreal,
de frondosas estructuras.
Gozaría esa arquitectura,
suplementos cívicos ideales
para la vida en común.
Compañerismo ideal
con la mujer de mis sueños,
para ser el dueño
de ese amor profundo.
Y devolver en gratitud
abrazos, caricias,
y poderme retribuir
con los mismos afectos.
Formar la estructura
más bella: la familia.
Reproducirla en multitud,
como bellos edificios.
Así quisiera yo vivir,
una ilusión de amor eterno,
un castillo ideal
con este amor principal,
que es la rosa, bella,
para tenerla de doncella.
Autor: Eduardo Rolón