El amor que siento por ti nace de lo más profundo de nuestras vivencias, de cada pequeño detalle compartido, y de la forma en que me sostienes emocionalmente, día tras día. No es solo lo que se dice, sino lo que se demuestra en cada gesto, en cada mirada, en cada silencio lleno de comprensión.
El amor que te tengo es detenido, es calmado, es intencional. No es apresurado ni se deja llevar por lo superficial; es un amor que camina firme, sabiendo que no tiene prisa porque encontró su razón de ser en ti. Contigo he aprendido que el amor no es igual para todos, que no sigue moldes, y no tiene que ser convencional ni tradicional para ser real y profundo.
A tu lado, entendí que el amor es único en su forma de florecer, que tiene su propio ritmo, y lo más importante, que no hay necesidad de compararlo con lo que otros viven o sienten. Lo que compartimos es nuestro, auténtico y perfecto tal como es.
Te necesito no de una manera vacía o dependiente, sino porque en ti encuentro la paz que mi alma busca, la alegría que mi corazón anhela, y la fuerza que me impulsa a seguir adelante. Todo lo que en mi vida se refiere a felicidad y amor está ligado a ti, y en eso encuentro mi plenitud.