En nuestros sueños siempre
hay una hoja cruel,
una hoja arrugada donde
escribimos secretos inimaginables,
sueños indescifrables, insondables,
que tiramos al pozo del olvido
y siempre volvemos
para caer adentro en un sueño interminable,
volvemos a estirar la hoja,
a humanizarla,
a verificar que aquello que escribimos
sigue ahí oculto a nuestras
propias miradas.