Has pisado la hierba,
y aplastado flores silvestres.
Parece que nada te toca
los espasmos de tu pensamiento
ni las espinas de un dolor.
La paz de tu mente
un sueño distante
un faro que se apaga
los murmullos de la lógica
parecen estertores de una melodía
que ha extraviado sus notas.
¿Como gobiernas el caos
con el impulso salvaje
que no se detiene en un abismo?
El habitante parece atrapado
en su propio laberinto
los conflictos como un volcán
la lava deja huellas
a naturaleza tiene salidas
el hombre deja los conflictos
algunos suben para caer
otros cambian de vestido
parecen invisibles
hasta que regresan
la paz y la verdad se enredan
en la lucha del hombre
consigo mismo
pero este conflicto
es el más duro
se libra en el campo del silencio.
Cuando cerramos
las puertas
con nuestras manos
a la realidad
la mente es una prisión.
La reflexión no es un camino recto
también es un laberinto
que la mente encuentra
entre eslabones sueltos.
El habitante
una paradoja habitual
lucha con si mismo
impulsos cavernícolas
aparecen en las decisiones
así la mente se enreda
en conflictos sin solución.
¿Es la razón en una sociedad cansada
y convulsionada una luz
o la llama de un fosforo que se extingue
cuando la sombra de los hechos
son espesas?
El habitante camina
un guerrero solitario
se enfrenta a enemigos invisibles
sus espadas
son el miedo
el campo de batalla su mente
cada pensamiento una herida
el recuerdo un eco perdido
así el amor
es la raíz de la duda
una chispa que salta
provoca un incendio
y el ser humano
queda atrapado
como en una red
de lo que la sociedad le exige
lo que la violencia le arrebata
lo que el amor lo hiere
pero en sus sueños
la libertad es el resultado
de una brasa encendida.
El hombre apresurado
rediseña su hábitat social
para enfrentar los ecos
de su propia creación.