El viento entrelaza
tu cabello como hilos de oro,
una hoja errante
baila en el fulgor
de tu mirada.
La luna desciende,
visita las hadas del crepúsculo,
y una idea salvaje
se agita en mis pensamientos,
danzando en el rincón de mi mente.
Tus ojos,
cautivos del lomo de Sagitario,
son destellos de un universo,
y una diosa frenética
zapatea en la azotea de mis sueños.
Tus curvas se deslizan
en abismos infinitos,
y mis dedos errantes
zigzaguean por senderos
de tu piel iluminada.
Las luciérnagas a tu alrededor titilan,
bajo los girasoles de Casiopea,
y tu boca desenfrenada
se lanza hacia el sur profundo,
como un susurro ardiente
desde el eco de mi ser.