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Ecos de ti

Siento en lo más profundo de mi ser la miseria de no haber valorado tu amor como merecía. Ahora, en esta soledad que me abruma, estoy condenado a pasear por los rincones de mis pensamientos, recordando cada instante que compartimos. Cada rayo de sol que se asoma por mi ventana me recuerda el brillo de tus ojos, esos ojos que aún me hacen desfallecer, que son el eco dulce de mis más anhelados recuerdos.

Te extraño con cada latido, con cada suspiro que resuena en el vacío que dejaste. La culpa me abraza como un manto pesado, y lamento profundamente haberte herido, haberte hecho sentir que te dejé sola en un océano de dudas y silencios. No quise que nuestra historia se convirtiera en un triste final, un mal capítulo en el guion de nuestra existencia.

Aún guardo la esperanza de que algún día nuestros caminos converjan de nuevo, como ríos que se encuentran después de recorrer distancias infinitas. Imagino ese instante donde, al leerte lo que he escrito sobre ti, nuestras miradas se crucen y el tiempo se detenga. Quisiera que el viento susurrara mis sentimientos, que mis palabras, cargadas de añoranza, llegaran hasta ti.

Quizás deba concederme la aceptación de que has partido, aunque aún resuena en mi corazón la incertidumbre de si realmente anhelabas eso. Sueño con un futuro en que nos amemos como lo hicimos la primera vez, donde la chispa de nuestra conexión reviva, iluminando una vez más nuestras almas. Hasta entonces, seguiré llevando en mí el suave eco de tu amor.

Pero en el fondo, me aferro a la melancolía de lo que pudo ser, a ese susurro nostálgico que me recuerda que a veces, el amor vive en el eco de lo que fue, dejando una huella indeleble en el alma, como un poema perdido en el aire que nunca se llegó a recitar.