No hay confort en la esperanza,
esa antigua quimera de la primavera
que el azar destinó al patíbulo.
Todos fuimos derrotados
y echados al mismo lugar:
llanto y olvido,
guerra y peste,
hambre,
y aniquilamiento.
Al andar errático
y el alarido,
azas inmensurable.
La prisa acompasa un último acto fatal:
la desilusión de sabernos
hombres.
Cerrad los ojos,
que estamos cayendo,
estrepitosamente,
en las entrañas de la muerte.
¡Dejad el cuerpo donde os plazca!
LOS CONDENADOS
VOX CLAMANTIS