Ricardo Castillo.

Los condenados

No hay confort en la esperanza,
esa antigua quimera de la primavera
que el azar destinó al patíbulo.

Todos fuimos derrotados
y echados al mismo lugar:
llanto y olvido,
guerra y peste,
hambre,
y aniquilamiento.

Al andar errático
y el alarido,
azas inmensurable.

La prisa acompasa un último acto fatal:
la desilusión de sabernos
hombres.

Cerrad los ojos,
que estamos cayendo,
estrepitosamente,
en las entrañas de la muerte.

¡Dejad el cuerpo donde os plazca!

LOS CONDENADOS
VOX CLAMANTIS