LA CRISÁLIDA
Ella era el alma noble,
empatía, altruismo, sinceridad.
En un mundo traicionero
exponía sus costuras,
nada malo que ocultar;
pero ignorancia y envidia
no la dejaban en paz,
con inquina le inculcaron
su inventada realidad:
o forjaba su mentira,
o jamás encajaría
en la enferma sociedad.
Pero no cayó en la trampa
y mantuvo sus principios,
quiso ser fiel a su esencia,
y aceptó la consecuencia…
Asumió su soledad.
Hasta que de pronto un día
él se cruzó en su vida.
¡Tan seguro parecía!
-Imponente chico fuerte,
por fin sería ella misma
sin que nadie la cuestione-
Él, la vio tan pequeñita
que se le antojó perfecta
para darle rienda suelta
a su extrema vanidad.
A su lado se crecía,
encontró su complemento,
todo cobraba sentido,
la podía controlar,
y así erigirse en su dueño,
y así poder ocultar,
ante los demás,
lo frágil que era por dentro.
Él... arrojo en apariencia,
y ella arrojada a sus brazos,
cada día era más cierta,
cada vez era mejor.
Pero pasó lo peor:
Muy pronto se dio cuenta
de que no había protección
debajo del ala cruenta
de un hambriento gorrión.
Gusano insignificante,
descubrió en su desengaño
que aquél que debía cuidarla
no era más que un impostor
que la tenía anulada, reducida
a la mínima expresión.
Temprano cambiaron las tornas,
el guardián se hizo verdugo
y allí donde había futuro
surgió la desolación.
Apocado invertebrado
acabó haciendo refugio
en hermética crisálida.
Se alejó de los demás,
renegó hasta de su ser
que le hacía tanto mal.
Y después de tanto invierno
se templó la primavera
y decidió florecer.
Como una flor animada
brotó desde su parapeto.
Le habían crecido las alas,
todo aquello que guardaba
y que nadie comprendía
no era más que la semilla,
la grandeza contenida,
de un alma seleccionada.
Y terminó alzando el vuelo,
y cuanto más alto volaba
más pequeño se veía,
abandonado en su nido,
aquel gigante de lata,
aquel monstruo de hielo
que por muy poco la mata…
LUJITAR (21-7-23)