Cuantos destierros por soñar
cuando lo hacía por otros.
No se debe culpar, ni tachar
por lo que nos concierne hacer,
siempre, existen percepciones
distintas de un mismo hecho.
Te premio hasta por los días aciagos,
que recorrí en las profundidades del delirio.
Te alabo porque me hiciste llorar.
Valoro los silencios intermitentes
a los que, sin saber, me sometías.
¿cómo detener lo que el corazón
suplica a gritos desgarradamente?
He corrido muchas veces
de aquella graciosa oscuridad,
porque cuando todo es difícil
hay que volverse árbol, fuerte.
Y es que la vida que no requiere
esfuerzo, no merece la pena.
Ya ves, el pasado, nunca se pierde,
se lleva escondido en alguna parte.
Lástima que el cerebro humano
guarde la información de cada día,
Todo está ahí esperando salir.
Lo que vivimos, aunque no lo recordemos
Nos va a afectar siempre.
Solos, solos no somos nada
pero duele vivir para algunos
Y muchas veces, para otros.
Todo es una utopia,aunque no lo es,
Y que te quieran mal, lastima.
Todos creen en su verdad subjetiva
Y no en sus mentiras objetivas,
como la infelicidad consentida.
Y con el vacío en el pecho
cargas con el ánimo vacío...
Los impacientes que esperan
Y la paciencia sin esperas.
Ahí están los esqueletos abandonados
por los esqueletos estresados.
Cuando se mira de frente a la muerte
ya no duele ver de frente a los muertos.
Y cuando el amor es puro y sano
lo convierte en desamor sucio.
En fin, será que traigo el alma quemada.
Por eso sí.
Si, sola quiero vivir
Y sola me he de morir.
Antonia Ceada Acevedo