Jorge L Amarillo

No hubo piedad

Remotas sombras que solo buscan refugio

en los brazos movedizos de la oscuridad,

mientras avanza la noche llena de misterios

como avanza nuestra vida hacia su mortalidad.

 

Enigmáticos destinos buscando su camino

en cuerpos que solo buscan su propia verdad,

con almas entregadas a impuros silencios

que siguen las huellas que llevan a la eternidad.

 

Un tiempo poderoso mostrando sus fuerzas

sobre los corazones llenos de vulnerabilidad,

mientras la luna se esconde entre las estrellas

apagando a los sueños de su propia realidad.

 

Así, en una sucesión de noches que solo pasan

desnudando los espíritus de la humanidad,

nuestras sombras desertoras se escapan

porque a lo largo de los siglos no hubo piedad.