Pasear
quemando tardes,
de uno a otro lado.
Intentar ser felices
y comentar a veces,
las travesuras que se inventa
el perro.
Repetir esa historia
tantas veces contada,
de cuando se ponía sobre mis ojos,
el sol en Lisboa.
Que nadie se dé cuenta,
cómo suenan cuando pasan
por las venas,
los golpes de la vida.