pesetoman

AHORA QUE...

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Escribir este poema supuso la sanación de mi cuerpo y de mi alma en un momento de mi vida en el que me encontraba inmerso en una cruel vorágine depresiva y de autodestrucción. Todo como consecuencia de la pérdida de una persona demasiado importante para mí.

Una vez finalizado este poema, el resultado fue este cóctel de sentimientos engarzados simbólicamente a los husos horarios, a los relojes, a sus componentes -en definitiva, al tiempo-.

Sueños, pensamientos, tristeza, soledad, dolor, pérdida, supervivencia, poder, amor, pasión, mentira, recuerdo, alegría, encuentro, comprensión, ausencia, imaginación, memoria, fantasía, piedad, perdón, esperanza, entrega, lejanía, espera, magia, conmoción, encanto… y sobre todo mucho sufrimiento.

Espero que disfrutéis con su lectura.

 

 

 

Ahora que el silencio de la noche

resuena en el tiránico tic tac de los relojes

me dormiré en un mar de sueños y de frío.

Sangran mis heridas y mis pensamientos vuelan

en medio de un aplauso interrumpido

por el lánguido viento que se esconde en el desván.

 

Ahora que las agujas del tiempo

giran alrededor de la existencia más pura

consiguen completar la esfera de cristal día tras día

dando cuerda a las coronas del ayer,

para qué aunque quiera estar triste y en soledad

consiga esbozar una leve sonrisa de dolor.

 

Ahora que las deidades habitan los cuentos,

y se van perdiendo las ancestrales tradiciones

se dibujan mapas de ensueños fantásticos

para poder recuperar el tiempo

en el que deberíamos sobrevivir a las tentaciones

que nos obligaron a vender incluso nuestra alma.

 

Ahora que el brillo natural del cuarzo

ilumina tus besos y mis despedidas

haré un recuento de minutos y de noches,

pensaré en cuantos momentos estuviste allí

susurrándome al oído tus pálidas palabras,

dándote al quejido y al fuego de mí abrazo.

 

Ahora que las correas se sueltan

y desatan mis bajas pasiones

no puedo marcharme sin volver la vista atrás,

sintiéndome enormemente poderoso

observándote desde la vertiginosa altura

que alcanza la mirada del tiempo en las clepsidras.

 

Ahora que la luz desaparece por tu espalda

y mi pensamiento cabalga cuando lloras

finjo que te quise de verdad

y cometo el imperdonable error

de pronunciar tu nombre en los oídos del silencio,

que chismoso, lo grita a los cuatro vientos.

 

Ahora que añoro el tacto de tu piel de seda

podría escribir mis mejores poemas

o viajar a las enrevesadas raíces del arco iris

para recoger en su maravillosa paleta de colores

uno que llene mi vida de alegría

cuando restaure tu viejo reloj de bolsillo.

 

Ahora que sucumbe el calendario

y los numerales carecen de sentido

me adentraré en tus intrincados engranajes

iniciando una cuenta atrás inacabable

cuando recite y comprenda tus poemas

-aquellos que escribías cada tarde-.

 

Ahora que concibo el gran misterio

no consigo encontrar una salida

y voy de un lado a otro -como un péndulo-,

acunando en ese eterno movimiento

las nueve campanadas de la noche

mientras las saetas forman un perfecto ángulo recto.

 

Ahora que retumba el campanario

y se reviven otra vez las penas

podría llegar a comprender la ausencia.

Ahora la nieve eterna monopoliza el espacio

y los segunderos caminan más aprisa

que todo aquello que les queda por delante.

 

Ahora que los ríos subterráneos se han secado

podremos realizar la secreta travesía

que nos lleve al mundo mágico de Alicia

a cruzarnos de una vez con el conejo

que encuentra aquel despertador perdido

pero pierde los papeles y su tiempo.

 

Ahora que el latido continúa

aporreando mi cabeza sin piedad

perdonarás con lágrimas mis pecados,

esos que cometí  llenando tu cuerpo de besos,

los que perpetré incendiando tu imaginación

y consumando el enorme sacrificio de perderte.

 

Ahora, que el tiempo es relativo

y los minutos se escapan de las horas

conseguiremos la entrega y la espera,

nos dejaremos llevar y todo será efímero.

Pero cuando nos alejemos del amor,

un segundo será una eternidad.

 

Ahora que la verticalidad del gnomon

proyecta una pesada sombra entre los dos,

los solsticios y equinoccios nos separan

consiguiendo completar los días

con perfectas alboradas e infinitos atardeceres

que me recuerdan aquellos que compartimos.

 

Ahora que el presente está tan lejos,

y la fuente de la magia reverdece

se terminan de una vez los privilegios,

las prebendas que disfrutan las estrellas

acunándose en las puntas de la luna

mientras lanzan sobre nos, un sortilegio.

 

Ahora que el poema se desangra

descubrimos que ese triste paradigma

está robándole la voz a los ancestros.

Me conmueven las ventanas que se abren,

los cristales que se rompen me atormentan

y las rimas de los versos me alimentan.

 

Ahora que la tristeza me embarga,

me sorprende este influjo encantatorio

que provoca que me aferre al ritual

de los espejos negros y los embustes

que permiten que recupere el sueño hipnótico

del cronometro y sus desbarajustes.

 

Ahora que el reloj se ha detenido

mi boca calla y mis oídos ensordecen.

Ahora que el tintero y la pluma se han secado,

mis latidos se volverán más humanos,

pero abrumados por la maldecida espera,

las estrofas caerán de mis manos.

 

Ahora que el tiempo mezcla sus secretos

entre el polvo y la arena del reloj

conseguiré cruzar tranquilo al otro lado

donde la parca espera el último suspiro

y mientras sirvo de alimento a los espinos

sobrevivo en el aroma de una flor.

 

 

 

Del poemario: Balas al corazón

Esta obra está registrada y publicada. Tiene derechos de autor.

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