Cada vez me cuesta más abrir los ojos, sendas iluminaciones, el tiempo ya no es, nada seca la lágrima, las cadenas son paños cálidos y el humo sangriento, estigma de costo social alto. Pero de que sociedad hablo, que costo, Fátima, cabeza al revés; echa ahí el calor, el gusto y el olfato, ahora el planeta. Tu cara tiene una herida grande he infectada que el viento lleva a todas partes y los sueños te salen por la boca, consolando como agua. Revela la concepción de tu imaginario, creo antorcha humana, en ti, en los tuyos, en la casa deformada por la velocidad y soledad, agradecido en otros lugares tan lejanos como yo mismo te dan la corona de los parques doblados en el grado. Cada hombre y cada mujer desea una superpotencia a sus pies, todos tienen buenas cámaras pero no todos son buenos fotógrafos, todos tienen cerebro, corazón, alma, fe, dolor y muerte. Purifican su percepción a costa de costras pero pocos son antorchas humanas paseándose por las cárceles y manicomios con el ángel de su madre en muletas.