Arquitecta de vida,
impacable creadora,
gestora de un ser.
Tú, ¡hábil arquitecta
de la vida!
Que vas modelando,
con amor y paciencia,
a tu pequeño tesoro,
de bebé a niño,
adolescente,
ves crecer,
ves amar,
ves soñar.
Le das fundamento
al ser,
le construyes un camino,
una sala llena de amor.
Te hago este pequeño
homenaje,
como todo ser
que te abraza,
un gigante ramo
de flores
por la vida que has dado.
Así van tus sueños,
al aire, como pétalos
de rosa,
cuando ellos empiezan
a partir,
a construir sus propias
vidas.
Y te transformas,
en una Gran Madre,
un faro de amor
que nunca se apaga.
Gracias por todo,
por lo que me has dado,
sueños, ilusiones,
un corazón lleno
de amor.
Y también,
vaya para aquellos
que no acompañaron
a sus sueños,
porque en esta vida
tenemos de todo,
edificios buenos
y edificios malos,
madres que aman
a sus hijos
y madres que olvidan
a sus hijos.
¡Madres que no deberían
ser madres!
Pero a ti, ¡Madre!
Te dedico este canto,
a la que realmente
llevó nueve meses
gestando un ser,
la que acarició,
cobijó, protegió,
y le dio todo
su amor.
Para que hoy sea
lo que es.
¡Gracias!
Por ser más que una madre,
por ser un faro de luz,
un corazón que late
con amor.
Autor: Eduardo Rolón