Ivette Urroz

Anarquía de los Nenúfares

Un crepúsculo suspendido descifra el cosmos, en calma,

espejando en su iris de solsticio el juego de la luz celestial.

Esa mirada, forjada en vigilancia, es emboscada por anarquías,

ascendiendo por lianas cristalinas,

esculpiendo dagas en laberintos de estrellas y ríos,

donde las llamas de la percepción susurran secretos

de los nenúfares que danzan bajo un velo de luz prismática.

 

En este entrelazado de realidades, emerge

una constelación de delfines sabios y cristales vivos,

navegando mares de quimeras audaces,

suplicando una revelación entre susurros ansiosos,

y revelando vislumbres de efluvios oceánicos

que subyugan la oscuridad de la pupila dilatada,

ahora vibrante, guiada por fuerzas centrípetas

hacia un torrente vigoroso que atraviesa

la cima de un manto verde y diáfano.

 

Este río de pensamientos y silencios,

con su fina silueta de cristal puntiagudo,

custodia el silencio de los vacíos inexplorados,

último bastión de un santuario olvidado.

¿Quién dirige este suave desfile cuando el llanto

ya no resuena en mi ser?