Hay días
en los que siento
la urgencia de exponerme
a los elementos consumidores
como un mono desnudo
que corre desenfrenadamente por Wall Street.
El índice de precios y la guerra
por la salvación de la fe en el capitalismo
ponen a prueba continuamente mi capacidad
para mantener la mente quieta,
como un monje absorto en la meditación
dentro del horno del sufrimiento
alimentado por la avaricia de los banqueros.
¿Se encenderá mi cabeza
con una llamarada de sabiduría
o me desplomaré con la bolsa de valores
como un inocente espectador
muerto por fuego amigo?
HuGóS | 8-15-2011 | 4:08 p.m.