Juan Sebastian Mena

El quejido

Es de noche y se escucha tus quejidos como una blasfemia brincando en el eco del torrente.

Pequeña sortija, ¿fuiste tu quien lleno mi pecho de alas cuando ni siquiera podía volar? no te quejes del dolido, a ti un gran amor el pecho te ha sacudido.

Danza floral de tu cuerpo, el dolor inerte en tus pechos con sabor agridulce de pomposas algas, que te cubren amada, te cubren con el río de mi amada Magdalena.

Esculpo tu bello rostro, mientras tu cabeza rubia reposa en mis hombros, la menguante esta celosa, ella es muy caprichosa.

Y aunque ya te quitarán tus quejidos

Aquí me queda a mi el dolor porque ya te has ido.