~ * ~Sinopsis:
~ * ~El amor entre Juan Castillo y Serena de la Torre va a la deriva cuando el divorcio acecha a la pareja…
Sucesos:
Es un día lluvioso y muy tormentoso, pero, muy ideal para el amor. Juan Castillo va de camino en su rolls-royce en busca del amor verdadero y… ¿lo encuentra? Juan Castillo es un hombre corpulento, rudo, tenaz y es ardiente como el fuego voraz cuando ama en verdad. Juan Castillo pasea por la avenida Boulevard para encontrar amistades y el amor en cuestión de un segundo porque él dice que… -¨el amor es para quien lo busque y sino buscas amor nunca lo tendrás…¨-, y todo porque conoce gente que es tan perezosa que no tiene amistad ni amores. El joven Juan Castillo decide embarcar en un sueño y navegar mar adentro y decide marcharse en un crucero. El crucero zarpa desde la avenida Boulevard del condado donde reside originalmente Juan Castillo. Juan Castillo se aferra al deseo de conocer al verdadero amor por consiguiente por zarpar lejos de ese Boulevard donde quiso hallar al verdadero amor. La vida para Juan Castillo es y siempre será conocer gente socialmente, entablar conversación y conversar con gente desconocida para tener amistad e influencias en todo el mundo. La vida de Juan Castillo se aferra a una vida social muy libertina y muy liberada para poder hallar y sentir el verdadero amor en el corazón. Juan Castillo ha entablado conversación con muchas chicas y muchachas bonitas de su edad y muy liberales como a él le gustan. Juan Castillo disfruta del crucero y es una semana de estadía que desea navegar en altamar. Juan Castillo desea conocer a una mujer que tenga los mismos gustos, actividades, tiempo, pasiones y el mismo carácter hasta hacer de la relación un casamiento y casarse con ella, pero, tiene que ser alguien muy especial. Juan Castillo desea conocer a una mujer liberal, con sueños y metas por realizar, con ilusiones y con certeza de vivir cuando las pasiones arden dentro del corazón. La vida de Juan castillo comenzó cuando halla al verdadero amor en una jovencita llamada Serena de la Torre, cuando se tropieza con ella subiendo hacia al camarote a dormir después de haber conocido a tanta gente en que sólo son desconocidos que se creen conocidos. La jovencita llamada Serena de la Torre lleva consigo unos libros como souvenirs del crucero para leer en su camarote. Juan Castillo la ayuda a incorporarse para salvar a sus libros y a su propia postura. Cuando arde el amor en el corazón de Juan Castillo, cuando en el alma del joven hay una luz la que en el alma no desaparece jamás. Juan Castillo se ha enamorado y ha cumplido una razón en su propio corazón si en el camino se amarra el deseo de amar. Y la jovencita llamada Serena de la Torre se siente desprotegida cuando sus libros vuelan al aire y al desnudo del tiempo y con un aire insospechado entre el elevador y los camarotes. Juan Castillo quedó con el veneno de su rostro y de sus labios cuando se tropezó con ella en el barco y se ha enamorado eficazmente e intolerablemente. La jovencita llamada Serena de la Torre se aferra al frío desconcierto de conocer a un joven tan corpulento, rudo, y tenaz. Serena de la Torre se ve en la encrucijada en querer al amor renacer en su corazón desdeñando una furia en el alma cuando en el coraje del amor se edificó la ternura y la locura en hacer del amor un nuevo renacer. Y Serena de la Torre aún desconcertada cuando Juan Castillo se tropieza con ella cerca del elevador cuando ella lleva consigo unos libros de souvenirs. Cuando en el alma de Juan Castillo se aferra al frío, pero, sólo siente y presiente un vacío como un precipicio donde cae su corazón en el alma con la luz de Serena de la Torre. Si Serena de la Torre se siente en tiempo y espacio cuando su alma bajó un piso como ese elevador en el barco cerca de su camarote. Y Juan Castillo siente en su corazón una debilidad por el amor y por ésa mujer que se llama Serena de la Torre. Y así se conocen tanto Juan Castillo y Serena de la Torre, cuando el amor y la pasión vehemente y ardiente de ambos jóvenes se aferran a la idea en amarse bajo el dolor o bajo el corazón enamorado. El amor de Juan Castillo quedó como el corazón y tan enamorado de la jovencita que sólo le pregunta que… -¨¿cuál es tu nombre?¨-.
Ambos jóvenes concuerdan seguir conociéndose después de desembarcar en puerto seguro en el Boulevard del condado donde reside Juan Castillo y donde ella también reside. Una noche impetuosa y lluviosa cuando Juan Castillo siempre ha pensado que es un día ideal para el amor y comienza a llamar a Serena de la Torre por vía telefónica para saber más de ella y de su vida. Serena de la Torre una jovencita entregada a la religión sólo sueña con casarse algún día en la iglesia. La vida no calma en redención cuando en el alma y en la compasión se difiere como dilucidar que el amor ha nacido y ha renacido el amor entre ambos jóvenes. Ambos jóvenes se buscan y se aman más y más, cuando al acecho de conveniencias más les conviene estar juntos que separados. Juan Castillo se aferra a la idea más pertinaz de creer en el amor a cuestas de la sola razón cuando advierte que está enamorado de Serena de la Torre. Juan Castillo sólo piensa en amar y conocer continuamente a Serena de la Torre cuando en el embarque de su corazón se aterra a sentir un amor como nunca antes y se aferra a la idea en llevar de la mano a Serena de la Torre hasta el altar, demostrando que el amor y la pasión arden en fuego latente la vida y el amor y en el corazón un amor como nunca antes visto. Serena de la Torre se aferra al frío desconcierto que le embarga el amor y la pasión de Juan Castillo. La vida para ambos jóvenes se intensifica cuando el amor ha renacido desde la estadía en crucero que ocurrió hace exactamente más de un mes. El amor de aquel tropiezo en el elevador se aferra al amor puro, ingenuo e inocente que tiene Juan Castillo con Serena de la Torre. El amor aviva y se demuestra en una sustancia incolora, pero, fuerte en demostrar que sí, se ama en verdad con el color rojo ardiente y vehemente del puro amor. Juan Castillo desea llevar a Serena de la Torre a su más hermoso castillo siendo ésta una de las torres que edifican y protegen a su castillo. Juan Castillo decide comprometer a Serena de la Torre en santo matrimonio en un castillo donde se forja todo el amor. ¿cómo, dónde y cuándo se casan Juan Castillo y Serena de la Torre? Juan Castillo y Serena de la Torre se casan en una playa cerca del riachuelo donde existen varias leyendas, pero, ninguna le va a la pareja porque ambos enamorados deciden que nada ni nadie contempla ni separará la unión de ellos. La vida para Juan Castillo y Serena de la Torre convergen en una situación plena y muy eficaz en el tormento de enamorarse uno del otro. Juan Castillo y Serena de la Torre unen sus vidas en santo matrimonio realizando el enlace nupcial un sábado al quinto mes del año y al día décimo de dicho mes cuando unen sus vidas paralelas demostrando que se puede amar. Juan Castillo y Serena de la Torre se aferran al frío y al calor del casi equinoccio de verano que pretende llegar con la estación. Juan Castillo sólo desea amar a la jovencita llamada Serena de la Torre cuando la lleva al altar en santo matrimonio, pero, más allá de la razón se convierte en un delirio tan delirante como truenos y centellas despilfarrando relámpagos esa noche lluviosa e ideal para el amor y se convierte en una noche tempestuosa e impetuosa con los relámpagos que a Juan Castillo le encantan porque el frío lo hace acurrucarse cerca de su amada, pero, esa noche, noche de bodas queda a la intemperie de un día lluvioso e ideal para el amor. La noche llena de pasión tiene el alma llena de luz y el corazón lleno de amor. La noche dio paso para amar lo que el corazón quiso amar, una razón y una pasión vehemente y un cariño lleno de amor contemplando la luna con luz de nácar bajo el resplandor inerte de la luz al filo de la ventana donde entra el calor y el frío de un verano y de una noche lluviosa de tempestad. La vida para Juan Castillo y Serena de la Torre concede amarse hasta el fin de los días que será así.
Juan Castillo ama indeleblemente a Serena de la Torre porque cuando se tropieza con ella en el elevador del crucero se refleja en ella la candidez, la pureza innata, el ingenuo corazón y sus ojos que brillan a toda luz del cielo y del sol. Serena de la Torre queda complacida con que ése hombre la ama apasionadamente y con ella quería absolutamente todo. Serena de la Torre, en el tiempo y más en su propio corazón, delibera y dilucida una barrera, una frontera, una muralla, pero, siendo torre del castillo de Juan Castillo nada ni nadie se interpondrá entre ambos jóvenes. La vida comienza a interponer pasiones, amores, vehemencia carnal y caricias sin ser subrepticias para poder amar sin dolor y sin más que la misma pasión. Juan Castillo ama a Serena de la Torre cuando sucumbe y zozobra todo el amor y toda la pasión en un trance dirigido sólo para el corazón. La vida comienza a discernir y a forjar el destino fabuloso e impetuoso de una vida de casados y la vida va bien como el matrimonio viento en popa y en un trance sin ser delictivo y en un amor apaciguado y no tormentoso con el amor a cuestas de la sola razón. Juan Castillo se va enamorando más y más y ama con todo el amor, la vida y con el corazón a Serena de la Torre. Juan Castillo edifica su castillo amando vehementemente a Serena de la Torre cuando se petrifica construir todo un castillo con torres edificadas para el bienestar de un matrimonio saludable. La vida para Juan Castillo y Serena de la Torre comienza en amar a su vehemente corazón y se edifica en su estabilidad como pareja sosegando al alma y al amor en un sólo castillo y era el castillo del corazón de Juan Castillo. Juan Castillo ama con inefable dolor a Serena de la Torre y todo porque la conoce de rabo a cabo, sabe y conoce los gustos de Serena de la Torre. La vida para Juan Castillo delibera y soslaya en un trance directo de los que son trance perfecto, pero, en el corazón de Juan Castillo amando como nunca a Serena de la Torre. Juan Castillo ama indecorosamente a Serena de la Torre porque en el trance del corazón solamente es sentir un sólo latido que los lleva hacia la cúspide alterando el alma y el corazón en un solo suburbio, pero, en el corazón directo. La vida comienza a derruir lo que en paz era todo cuando en el comienzo se acecha deliberadamente en hacer cometer el desastre de creer que el matrimonio no llegará a soportar en el tiempo el triste desamor si llegara a sus corazones. Juan Castillo ama con vehemencia y con pasión de la buena a Serena de la Torre siempre y cuando ella le fuera fiel como el cielo a la Tierra. Y sintiendo el desastre en poder creer en el alma muerta de un sólo espanto cuando en el alma de Juan Castillo se aferró al deseo de amar vehementemente y sin caricias ocultas en el corazón se destrona la verdad que en el alma la ama y la desea más y más. Si en el deseo y en el juego del amor lleva a Juan Castillo y a Serena de la Torre hacia una fantasía indeleble automatizando la espera inesperada de creer en el alma un pedazo de luz fuertemente en que el alma comienza a desfallecer, pero, de un sólo desamor que calla la vida y más el corazón de Juan Castillo. Si en el alma y más en el corazón hay fuego clandestino de esos en que el fuego es el juego del amor y más de la espera inesperada de creer en el alma con una sola verdad en el alma mortífera. Y Juan Castillo se aferra al delirio frío y al calor que entra por la ventana a ciegas de la verdad oculta y detrás de la cruel mentira se encrudece el tiempo y más el corazón de un inestable e insípido coraje del mismo corazón. Y Juan Castillo ama a Serena de la Torre, pero, es el juego del alma y del corazón a cuestas de la pena y del sólo dolor sin un insípido corazón que es la fuerza en el alma y un sólo latido en el corazón y que es la sola fuerza para amar.
Ya el ingenuo corazón y la pureza del alma de Serena de la Torre y de Juan Castillo se aferra al frío y al álgido malestar de entregar el alma y el corazón en un inestable camino donde el carácter de cada cual ha cambiado para bien o para mal. Porque si en el alma y en el corazón de Juan Castillo y de Serena de la Torre se vio el trance perfecto de creer en el alma a ciegas de la mala idea de amarse bajo el sol y la luna cada día que transcurre sólo se cuece el alma de ver el dolor en la osadía de creer que algún día llegará el pobre desamor. Si para Serena de la Torre y Juan Castillo el alma transcurre en la mala osadía de sentir al corazón latir y con la misma fuerza, pero, en el alma. Si Juan Castillo y Serena de la Torre se sienten en la encrucijada en querer suprimir la fuerza y la insistente alma y del corazón un sólo mal carácter en que se cuece el alma de un fuego clandestino entre el alma y el corazón cuando transcurren después de dos lustros de relación. Si el ingenuo corazón y la pureza del alma socavan muy profundamente en el tiempo y más en el ocaso de todo un sol que clandestinamente se siente en el cuerpo cuando en el trance delibera una sola razón, pero, en el alma una zozobra y en un suburbio autónomo de dar una sola señal. Si en el instinto fastuoso de cada cual en una sola razón se cuece el alma de un fuego voraz y tan devorador como el alma sin calma y sin destino ingenuo y todo por un mal carácter que se ve venir y llegar. Si Serena de la Torre y Juan Castillo en el alma y más en el coraje del corazón se siente como el silbido entre los latidos del mismo corazón y con la fuerza en voluntad en poder creer que su instinto va y va más allá de la cálida o fría razón. El carácter se aferra al deterioro y a la falta de un sólo mal comienzo entre el carácter y la solución al único problema de cada quien y que era el carácter de cada cual que era casi insoportable. Si Serena de la Torre y Juan Castillo sintiendo el frío o el cálido amor se encrudece la forma de creer en el alma desierta de intervenir con el recelo del amor en el mismo corazón cuando el carácter sosegado comienza a despertar en la misma relación entre la pareja. La vida atormenta la furia y la cadencia autónoma de dar una posible redención cuando en el alma comienza a decaer en el alma sintiendo la fuerza y la comitiva en caer sobre la ilusión en desenredar la vida como un tiempo en que el frío corazón se siente como desapercibido el mal instante. Serena de la Torre y Juan Castillo se aterra a la idea efervescente de creer en el alma y en su débil corazón, pero, en el carácter frío y malhumorado se aterra la mala idea en dar una sola mala insistencia cuando el corazón ya desama. El carácter de la pareja y de cada quien se aferra a la mala idea de ver al cielo de gris tormenta cuando en el alma se cuece de un fuego impetuoso como voraz y tan devorador en el corazón. Y la pareja quedó como un intransigente e intrínseco camino y un cruel destino que fue como el mismo suburbio del solo corazón. Serena de la Torre y Juan Castillo se sintieron con un mal malestar de cabeza a pies cuando sólo el corazón cambió de latir cuando se aferró el deseo y el convenio de un mal carácter entre cada cual. Y el mal carácter hace un desperfecto en el mismo corazón cuando en el alma de Serena de la Torre y de Juan Castillo se aferra a sentir la fuerza entre el corazón y el alma de cada quien. Si el carácter de ambos quedó marcando la relación entre cada quien y la vida se convirtió en un trance delictivo cuando en el camino y en el destinos ucumbió y zozobró en un deleite delirante de creer que el carácter irrumpió en un desatino frío y tan álgido como el deseo de envenenar a la razón y más al corazón de un sólo mal desastre que se ve venir fríamente. Y la vida de Serena de la Torre y de Juan Castillo quedó a la intemperie zozobrando en el aire como el mal carácter que los ha cambiado últimamente en su rutina diaria y cotidiana existencia.
¿Por qué la rutina del hogar de Serena de la Torre y Juan Castillo los ha hecho tediosos y tenso en el ambiente en donde viven? Quizás la vida cotidiana, la mala existencia o la rutina tediosa ha acabado con la relación y con el matrimonio después de dos lustros de enlace matrimonial. Serena de la Torre y Juan Castillo hicieron un imperio con el castillo de su propio corazón y siendo la torre que edifica a ese castillo y que era Serena de la Torre, la cual, petrifica su insistencia autónoma en creer en el alma muerta de espantos y de creer que la relación va a gravitación cuando en el alma queda como el mismo imperio socavando en la misma mala insistencia y en un mal carácter en que se convierte en una sola mala idea de sentir en el coraje de la rutina del hogar entre Serena de la Torre y de Juan Castillo. Si Serena de la Torre y Juan Castillo en el trance directo o en el coraje en el alma y en el corazón se aterran a la idea de ver el cielo y de sentir el solo latido del corazón cuando en la rutina se atreve a sentir el suave desenlace de caer siempre en la rutina. Y la existencia de Serena de la Torre y de Juan Castillo se atreven a sentir el suave desenlace de caer por siempre en la vida cotidiana de un trance directo de esos en que cae por converger y convidar una sola mala idea en caer siempre en la cruel tentación de creer que la rutina está siempre directa a fracasar en el hogar entre Serena de la Torre y Juan Castillo. Serena de la Torre y Juan Castillo se enfrascan en la brecha de continuar la vida y una relación casi inmortal y tan real como saber que el destino es tal y como es, pero, la rutina ahoga y mata el alma y el corazón entre dos seres que amaron con tanta vehemencia y sin caricias subrepticias de un gran amor que dejó la lluvia como día lluvioso e ideal para el amor. Si la rutina comenzó a despilfarrar el arte del amor y la gran e inmensa pasión como que el destino se siente como el pasaje de ida y sin regresos. Porque cuando en el alma y en el tiempo no se detiene en el fuego devorador de un alma y de un corazón en que se advierte temor y terror por una rutina diaria en la existencia y de la vida de Serena de la Torre y de Juan Castillo. Mientras, que la rutina y la existencia de la vida cotidiana de la fría verdad entre Serena de la Torre y Juan Castillo se debe a que la rutina si se convirtió de buen carácter hacia un mal carácter socavando profundamente entre las venas embriagantes de amor, de pasión y desesperación cuando la rutina marca inercia. La vida para ésta pareja es tediosa e irresistible con una rutina en la existencia casi intransigente. La vida para Serena de la Torre y Juan Castillo se siente como desapercibida la esencia, la inmortal pena y lo trascendental de una rutina inerte e inmóvil y que no cambia para bien. El carácter tanto de Serena de la Torre como de Juan Castillo se siente como un castillo fuerte, rudo y tenaz y más por ser forjado por una torre firme, letal y en buena benevolencia. La vida inerte, el carácter fuerte y el amor pasional y vehemente quedó álgido y tan gélido como el viento rozar la piel. La rutina diaria se convierte en un tedioso momento para Serena de la Torre y Juan Castillo. Juan Castillo quedó como sollozando en el tiempo y más en la manera y forma de atraer la vida en un tiempo en que la rutina le gana a la vida. La vida comienza a decaer en la rutina diaria y en la existencia inerte e inmóvil del tiempo en que la rudeza, la fuerza y la tenacidad del carácter hace que la pareja se torne en rutina diaria. El tiempo tedioso, sosegado, insípido e inestable hacen de la realidad un tiempo con un terrible mal carácter de ambos porque hace dos lustros que contrajeron nupcias y ya la rutina se tornó intrínseca. La vida para Serena de la Torre y Juan Castillo se torna en una rutina ruda con un mal temperamento edificando un castillo fuerte con torre firme deliberando la situación en sus propias vidas.
La vida en matrimonio no es fácil ni es de colores, por eso, es que la vida comienza de principio a fin esperando que el fin sea bueno. El amor intenso y la rutina con la mala idiosincrasia en mal temperamento se torna indeseable en las vidas paralelas como ser el imán que atrae a la pareja, pero, en el afán de creer que la vida atormenta la vida cae en un frío como en un día lluvioso, pero, ideal para el amor como significa ese día para Juan Castillo. La intensidad del día se aferra al deseo benévolo, pero, tan maligno como poder tener una rutina ruda, tenaz y soportando el mal carácter de tu propia pareja cuando la rutina se torna consecutiva. La vida entre Serena de la Torre y Juan Castillo se torna exasperada y muy dolorosa. Porque cuando el alma no detiene su luz ni su esencia es cuando la vida se torna intrínseca y muy inestable. Serena de la Torre y Juan Castillo se sienten intensos y tediosos con la rutina que llevan en su diario vivir. Es la vida y tal como es va unida también a la pobreza y a la riqueza, en salud y enfermedad porque juran en matrimonio lo que la vida es. Si se destroza la forma y la manera de amar como se amó en días lluvioso e ideal para el amor como Juan Castillo así dice y en día soleado también, porqué se entregó la vida en una comitiva fúnebre de lutos y exasperaciones inconclusos de temores inciertos cuando se podía amar nuevamente aferrándose a la idea de que el día estaba lluvioso o soleado. La vida en matrimonio conlleva una gran responsabilidad y obligaciones qué cumplir y que lo requiere el santo matrimonio, pero, la pareja y la relación va a gravitación, o sea, el amor va a la deriva. El amor va a la deriva, a lo peor, a la gravitación mutua porque los dos tan tenido sus altas y bajas y hasta se han muerto del miedo confrontando ideas, acciones y actos entre la pareja. El divorcio se sabe que existe, pero, si se puede salvar la relación es mejor que un divorcio y por consentimiento mutuo. La intensidad de todo el soporte del matrimonio ha caído en redención autómata dando por énfasis que la vida continúa y que la vida ha de continuar para seguir su rumbo y dirección fija hasta edificar el castillo con su torre. Serena de la Torre y Juan Castillo quedan a la barbarie de una rutina intensa como lo es el mal carácter de cada uno en el hogar. Serena de la Torre y Juan Castillo no detienen la forma de amar aunque con todos problemas suscitados en su relación comienzan a amarse como el principio de la relación. Si Serena de la Torre y Juan Castillo quedan como dos seres opuestos como el sol y la luna, como agua y aceite, como perro y gato, como el día y la noche y eso les gusta a los dos. Si Serena de la Torre y Juan Castillo cuando en el trance directo de la verdad se aferró al frío desconcierto en querer sobrevivir en esa relación impura e insolvente. Y Juan Castillo intensamente amó a Serena de la Torre cuando en el combate de creer en el alma la relación quedó insípida e inestable, pero, con una intensidad de pasión vehemente muy clara, ingenua y tan pura como siempre. Y el ambiente se ha hecho intenso, insípido e inestable cuando la relación y el amor va a la deriva. Y entre Serena de la Torre y Juan Castillo y como una sola verdad amarga se da la vida como una amarga y mala situación en que el cielo corre en ser como el color de gris tormento y de una sola tempestad. Y cuando más se extraña al amor y la pasión en esa vil relación es cuando ocurre el desastre de convencer al corazón por amar vehementemente. Y la vida comienza desde cero cuando en el alma y en el campo de la extraña verdad se aferra al deseo de ver el cielo de gris tormenta cuando ocurre el transcurso de observar al cielo como un color de gris tormento. Y en el ambiente intenso e inestable como el mismo dolor se aferra al frío y al desastre de creer que por la marca del ambiente es que la relación y el amor va a la deriva.
El amor entre Serena de la Torre y Juan Castillo trata de sobrevivir en la relación que va a gravitación, pero, más se calla y no se habla entre la pareja, su relación y el amor que va a la deriva. La vida de Serena de la Torre es una vida que va a la intemperie, que va al barbarie, que va al desamor, que va a la decepción y que va al camino angosto y muy delirante, de fríos y álgidos vientos que socavan muy dentro del alma, del cuerpo y más de la piel. Serena de la Torre realiza firmeza, dureza, eficacia y una constructiva fortaleza en la firmeza de un castillo, el cual, se encuentra en el corazón de su esposo. Serena de la Torre como la torre edificando el castillo cree que el amor va en gravitación y que el amor va a la deriva ineficazmente. La vida de Serena de la Torre y de Juan Castillo comienza a enfrascar en la idea que el ambiente que los rodea, la intensidad de la tensión alrededor, callar y no hablar en conjetura en una relación que el amor va a la deriva socavando en un trance real, pero, muy imborrable en el camino, en el destino y en la relación. La vida comienza de cero hacia una vida en relación a lo que conlleva una pasión vehemente y un amor que es todo para una mujer y un hombre que saben amar por el resto de la vida, pero, sin saber que la rutina y la existencia de la cotidiana vida termina con la relación y el amor que va a la deriva. La situación en la relación entre Serena de la Torre y Juan Castillo en superar o no en la vida y en la situación amarga que atrae una sola percepción de vida y de relación. La vida de Serena de la Torre y Juan Castillo pretenden cambiar de carácter uno al otro y presentir que la vida ha comenzado a descifrar lo que conlleva una buena y excelente relación. Serena de la Torre desea la firmeza de una torre, la fuerza y la fortaleza de un castillo que ella sostiene en el corazón pensando que la relación tiene solución, pero, no dialogar, no hablar, sólo, callar se encierra la vida y el amor en un ademán tan frío sin poder sentir que la vida continúa. La vida para Serena de la Torre y Juan Castillo se aterra a la fantasía o al corazón amando con tan sólo recordar el pasado intransigente de un amor impaciente por aquel tropiezo en el elevador de un crucero donde se conoce la vida, el corazón y todo el amor ingenuo, puro e inocente, pero, ha llegado el momento de la rutina diaria, de la vida cotidiana y de la existencia insípida e inestable en la relación. La relación entre Serena de la Torre y Juan Castillo envenena hasta el alma cuando se embriaga las venas por tanto y por más que se ame en la relación. La relación va a gravitar cuando, apenas, no se habla, no se conversa, no se dialoga sino que calla lo que calla un corazón cuando sabe que se amó indeleblemente, pero, el corazón ha decidido callar lo que calla una razón. Serena de la Torre y Juan Castillo se sienten como insípidos, inestables y muy inocuos cuando la perseverancia, el amor y la pasión vehemente se cuece en el alma dejando cenizas congeladas en un corazón donde hubo un fuego clandestino de un amor, pero, el amor va a la deriva sucumbiendo en un trance perfecto cuando en el comienzo fue amor y pasión, pero, ahora sólo se petrifica el alma muerta de espantos cuando se da que el alma no está aún liberada en contra de una pasión inestable. La vida de Serena de la Torre y Juan Castillo se encierra el temor, el delirio, el miedo y el horror de vivir bajo el imperio de un corazón que ya no ama y que el amor va a la deriva en una mala gravitación de una relación que ya no ofrece ni da para más. Ahora, calla el amor, la pasión vehemente y las caricias sin ser subrepticias, pero, ahora inmuta el corazón en una sordera como muda es el alma y el corazón y entre la relación de Serena de la Torre y Juan Castillo calla el silencio, el sabio momento y el tiempo es de aliado y testigo de la relación que es el amor que va a la deriva.
El amor sabe que el silencio no da abasto cuando ya no hay ni existe amor. La relación entre Serena de la Torre y Juan Castillo se aferra a que ya no hay ni existe amor ni pasión ni subrepticio calor en el alma y en el corazón. La relación fue una relación de fuego clandestino y tan privilegiado como el amor que hoy deja en la puerta y en la ventana una rosa marchita. El amor comienza en un desenfreno total cuando en el alma y en el corazón es una pasión bonita y hermosa que nace dentro de cada uno. El tropiezo frente al elevador en aquel crucero donde se conoce Serena de la Torre y Juan Castillo comienza una relación no conocida y desconocida para el amor, el corazón y la pasión que llama urgentemente como llama en la fogata de una relación extrasensorial que le hace ver y sentir que la pasión es a fuego lento. El silencio en la relación conlleva una sustracción de un deleite autónomo en creer que la vida se aferra a un inmutado corazón en un silencio total que converge, convida, dilucida y por irruir en una relación marcando trayecto callando lo que la pasión desea expresar. La vida para Serena de la Torre y Juan Castillo fomentando con firmeza un castillo dentro del corazón de Juan Castillo siendo ella como la torre marfil llena de un color ¨bone white¨ que le hace renacer dentro del corazón una semilla como lo fue el verdadero amor, pero, ahora el amor va a la deriva. El silencio entre Serena de la Torre y Juan Castillo se aterra a la mala idea de converger en el trance mas débil de toda razón y es que el corazón ya no ama como antes. La vida de Serena de la Torre se convierte en un silencio voraz cuando se interpela un inmutado instante en que el amor y la pasión han quedado sin redención. La vida comienza a discernir una fuerza y una firmeza como torre edificada en un castillo de sal, el cual, sólo es destruido con el agua del mar, pero, en el alma y en el corazón de Serena de la Torre y Juan Castillo se edificó perfectamente ese castillo de sal, pero, llegó la rutina y la cotidiana vida tediosa para envenenar la vida y embriagar la única tensión que posee el alma y el corazón cuando ya no ama como antes. El silencio nació después de escuchar un mal carácter por cada uno que embriagó el momento inoportuno. La vida de Serena de la Torre y Juan Castillo se aterra al deseo frío de un malestar malévolo cuando en el alma y en el corazón se siente como desapercibido el instante. Cuando, en la alborada comienza a despilfarrar lluvia a tutiplén de un día lluvioso e ideal para el amor, pero, el amor para Serena de la Torre y Juan Castillo se aterra en desafiar el tormento frío en querer solventar a un inmutado corazón. La vida se aferra a querer que el corazón y el alma regresen para amar con vehemencia y calor y en un tiempo sin ser silente entre Serena de la Torre y Juan Castillo porque la vida encierra el temor en ser como dos náufragos y que el amor va a la deriva. La idea enfrasca el calor, las caricias subrepticias y el amor pasional en que el alma comienza a florecer con el amor dador de vida, pero, todo queda en manos del tiempo cuando el amor ya acabó. El silencio autónomo de la vida de Serena de la Torre y Juan Castillo comenzó en descifrar lo que en el tiempo transcurre cuando en el ocaso comienza a llegar la noche fría y tan densa como estar en la nieve bajo cero zozobrando en el tiempo en que la lluvia es un día lluvioso e ideal para el amor como dice Juan Castillo. La vida de Serena de la Torre comienza a despilfarrar el momento inocuo en que el silencio logró desbaratar la idea que inmuta el dolor de una relación que ya acaba y que el amor va a la deriva. La vida de Serena de la Torre se convierte en un trance perfecto cuando en el alma comienza a petrificar en un silencio total y devastado por el amor, la pasión y la vehemencia que va como náufrago perdido en un mar impetuoso que no halla puerto seguro como el amor va a la deriva.
La vida para Serena de la Torre y Juan Castillo cree que el amor acaba por redención o por el silencio autónomo de dar una percepción indeleble. Serena de la Torre será infiel o no dejando que la vida termine con el amor que va a la deriva o es Juan Castillo que será infiel o no dejando caer el amor a un solo precipicio. La vida de Serena de la Torre y Juan Castillo comenzó en creer que la infidelidad es por alguno de ellos dos, pero, ni así comenzó el amor a terminar y ni que el amor va a la deriva sino que la insistencia en el amor comienza a despilfarrar tiempo y solución al problema de la decepción y del desamor en la relación. El amor no caduca ni expira cuando en el corazón renueva el amor y la pasión que va hacia una nueva dimensión dejando caer al amor en un gran precipicio y tan desnudo como saber que la vida aflora un deseo o una manera de entretejer una telaraña que es el amor y la pasión. La vida comienza a imaginar que uno de los dos le es infiel al otro y que la vida comienza a discernir entre la fuerza y la firmeza de una torre en un castillo de sal en el corazón de Juan Castillo. Lo que comienza a derruir y a destruir la vida mísera de un amor que va a la deriva cuando atraviesa lo peor en el camino y es una infidelidad, pero, ¿cuál de los dos es el infiel? si es Serena de la Torre o es Juan Castillo. Serena de la Torre cumple lo establecido en la relación siendo la mujer abnegada, llena de paz y de conmísera luz para la firmeza de una torre en el castillo de sal en el corazón de Juan Castillo. Y, Juan Castillo, un hombre fiel, aunque, tuvo una vida alocada con las mujeres en el Boulevard en el condado donde reside, pero, cuando se tropezó con Serena de la Torre a las puertas de un elevador en un crucero cambió toda perspectiva de hombre cuando se enamoró perdidamente de Serena de la Torre. Serena de la Torre ni Juan Castillo son infieles porque se amaron hace dos lustros de vida y de existencia matrimonial cuando un día diez de mayo contrajeron nupcias. La vida sucumbe y zozobra en un trance perfecto cuando logró unir la vida a dos vidas en santo matrimonio esperando a que la vida cambie o no cambie por completo cuando el amor va a la deriva después de dos lustros en una relación parca, intrínseca, trascendental y muy eficaz. El amor amoroso, vehemente, cálido y no frío quiso amar en condescendiente forma de obtener en el corazón un solo amor. Tanto para Serena de la Torre y Juan Castillo perciben un ademán frío interno, por el cual, la infidelidad se torna exasperada cuando cada uno cree que es infiel al otro. Serena de la Torre y Juan Castillo se aferra a la idea de creer que cada uno le es infiel al otro, pero, no, no es la infidelidad sino el tiempo, la rutina, la existencia de la cotidiana vida, cuando en el alma petrifica la espera inesperada de creer en el ademán frío de una cruel infidelidad. La vida casi termina en un ademán frío y tan gélido como el tormento o como el día lluvioso e ideal para el amor como dice Juan Castillo. La infidelidad es un tema tabú tanto para Serena de la Torre y Juan Castillo si ninguno quiso averiguar quien era el infiel en la relación. La relación entre Serena de la Torre y Juan Castillo queda a la intemperie de una razón inocua, pero, trascendental en la vida cuando el amor y la pasión arden como el fuego que quema como llama que llama en la fogata inerte, clandestina como un castillo de sal en el corazón de Juan Castillo. La vida de Serena de la Torre y Juan Castillo quedan en silencio total desafiando al corazón, a la vida y a la infidelidad. La vida de Serena de la Torre y Juan Castillo se atormenta en desafiar la forma y manera de creer que la infidelidad los ahoga y los mata de zozobrar en el acto matrimonial. La infidelidad para ambos es un tabú subrepticio cuando el alma no calma una paz y el amor va a la deriva.
La vida de Serena de la Torre y Juan Castillo se aterró en sentir y presentir que la vida se formó como un silencio total por callar en el corazón el amor que va a la deriva. La vida comienza a despilfarrar tiempo, desolación, inerte corazón e ineficaz mal tormento cuando el día lluvioso es ideal para el amor, pero, para Serena de la Torre y Juan Castillo no es así. El silencio, inmutarse corazón e inercia del alma conllevan una soledad devastada y destrozada en el alma zozobrando en el cuerpo de Serena de la Torre y Juan Castillo. Si la vida de Serena de la Torre y Juan Castillo después de dos lustros de amarse y después de unir sus vidas en santo matrimonio deja toda una vida por amar lo que atrae la vida, un amor, una pasión vehemente y un alma con luz en el corazón como un castillo de sal y siendo Serena de la Torre la torre con firmeza que edifica a ese castillo. La vida comienza en amar lo que deja la vida un corazón y un amor que va a la deriva. Es una noche impetuosa y el amor cálido queda entre los deseos de amar de ambos. Es un día lluvioso y muy tormentoso, pero, muy ideal para el amor se dice Juan Castillo. Y el amor va a la deriva desde que el corazón forja a un insípido amor y tan clandestino como el amor va a la deriva cuando el silencio logra desestabilizar la relación entre Serena de la Torre y Juan Castillo en esa noche ni se aman ni hallan el amor en sus corazones.
FIN