Emilio Barrios

Su metida de pata

Y de repente no supe en qué momento falló, a qué distancia del camino se perdió.

 

Quizá no es tanto así; quizá venía ocultando sus huellas, sus pisadas, para no levantar sospechas.

 

Para ser honesto, notaba el sofisma en su conducta: su actuar carecía de lógica, y las veces que se alteraba sin razón me hizo perder la cuenta.

 

¿Cómo pudo acontecer tal drama? La historia dio un giro, cambiando la trama; se estaba tejiendo en absoluto sigilo la telaraña.

 

Es como esas canciones que empiezan con el sonido delicioso de un violín para luego terminar con unos violentos riffs de guitarra.

 

Mil veces pensé en borrarlo de mi memoria, pero no funciona; es en vano porque se me presenta una tras otra.

 

Duele, confunde, pero no me sorprende: es algo que siempre supe y salió a la luz para herirme.

 

¿Para qué a mi lado?, ¡me reprocho! No fue más fácil dejarlo todo y volar, ¡a mí mismo me respondo!

 

No puedo mentir, claro que me enfada, después de tantos años descubrir que siempre detrás de mí había una sombra, con quien ella charlaba.

 

Esas fotos tiernas, uno al lado del otro sonriendo, abrazados, una imagen perfecta, de amor, de afecto.

 

La escena se pega en mi mente como una mancha, porque no soy yo allí, y no son celos, pero estoy molesto; a mí solo me demuestra desprecio. 

 

Sé que hubiera sido más feliz sin mí, pero se quedó aquí conmigo y finge sentir aprecio.

 

Soy el consuelo con quien tropezó de ida a su destino y tal vez fue su error; lo admito, lo presiento.

 

No soy, o creo que no fui lo que buscaba, y se arrepiente en silencio, y aunque no lo diga en palabras, se observa en su mirada.

 

Si pudiera retroceder el tiempo, desaparecería de su cielo, de su universo. Soy su tropiezo.

 

Si conmigo sufre de desdicha y quiere huir lejos, daré un paso al costado para encontrarse consigo misma.

 

Sé que se engaña, sé que me engaña; soy solo su compañero en ese viaje mal logrado, soy su \"sorbo más amargo\". ¡Su metida de pata!