En el vasto cosmos de la fe, un profeta se alza,
con la fuerza de un diamante, su misión no se retrasa,
Es el profeta Ezequiel, mensajero, con el espíritu enlazado,
predica a corazones duros, por el divino mandato.
Con frente inquebrantable, como el pedernal más duro,
enfrenta a los tercos, con un coraje puro.
\"No temas a sus rostros\", le susurra la divinidad,
\"tu resolución es fuerte, como la eternidad\".
Por desiertos y llanuras, lleva su palabra sagrada,
la mano de lo Alto, su camino iluminada.
Una semana en silencio, el mensaje contemplando,
hasta que el espíritu, en él, va resonando.
Listo está para hablar, con la verdad por estandarte,
su voz, eco del cielo, que en la tierra quiere expandirse.
Ezequiel, el profeta, con el espíritu fusionado,
en su misión persevera, por el amor divino guiado.
Así, en versos se cuenta, la historia de antigua memoria,
De Ezequiel un hombre y su fe, en su lucha por la gloria.
Un relato de valentía, en el sendero de la vida,
donde cada paso es firme, y cada palabra, decidida.
Que su historia nos inspire, en nuestros propios desafíos,
a ser fuertes y valientes, en los días más sombríos.
Como Ezequiel, enfrentemos, lo que el destino nos depare,
con un espíritu indomable, que en la adversidad no pare.