Hay un segundo en el atardecer
en que el entorno brilla más
fugaz momento en que tal vez
te permita apreciar la eternidad.
Se vuelven terciopelo los celajes
comienzan a pulirse las estrellas
acomoda la luna su ropaje
lista para bailar en la arboleda
Pasa la brisa que suaviza el paisaje
y la melancolía deja de ser discreta
secuestrada la luz tras las montañas
devorada por hambrientas tinieblas.
Hora de transición y de misterio
sombra que va dormida en las ojeras
alma que palidece ante la noche
entre aroma de nardos y azucenas.
Recorro este jardín entre mis sueños
sembrado de ilusiones y quimeras
mas solo es fantasía, falsa esperanza
el verlo florecer en primavera.