En el punto de mira del machista
la fémina es lábil, un objeto.
Ella al no poner límites
versus la voz cantante
se inmuta, enmudece o llora.
En el tiempo a solas medita
no se perdona a sí misma,
su impotencia la corona.
Él con guantes de terciopelo
le quitó lo más preciado
su fortaleza y dignidad.