Hoy el silencio llegó hasta mi casa,
censuró mi boca
y selló mis labios.
Me dejó sin palabras
y entonces descubrí
que mi silencio no tenía precio.
Pero el silencio se equivocó,
dio rienda suelta a mi imaginación,
dejó un lápiz sobre la mesa
y mis manos libres
para escribir.
Y respiré en silencio,
protesté en silencio,
amé en silencio,
escribí en silencio,
y grité en silencio.
Porque el silencio
es el más fuerte de los ruidos.
Quiero ser el dueño de mis silencios
y en la hora de mi muerte
me marcharé en silencio,
y entonces…
será lo único que escuche.
Del poemario: De mi puño y letra
Esta obra está registrada y publicada. Tiene derechos de autor.
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