Aun no sé si soy el niño,
el muerto que en la nieve yace,
el bebé que llora aquel encuentro,
o ese perfume blanco de muerte.
Tal vez sea tan ordinario,
que en verdad sea un poco de todos;
errante, estridente; un guiño, un trance,
humano al fin y al cabo, tan planetario…
Me perdí en la tormenta,
la del mar,
la de amar,
no importa el detalle para quien no encuentra.
Soy y somos,
un adiós constante,
emoción punzante,
alivio y constataste;
todo y nada al instante.