Llega la noche y la radio, dulce compañía. Escucho ese maldito blues que me hace bailar en medio de la oscuridad de esta sala. En la luz tenue, se proyecta en mi piel el deseo.
Tengo este espejo, testigo de cómo muevo mis piernas, mi cintura con desmesura. como desearía que estuvieras admirando mi belleza. Sonrío, juego con mi pelo, siento el perfume de la excitación. Me seduzco, me siento viva, agraciada, mas no peco de fría soberbia.
Con este amargo blues susurrándome al oído, viene tu rostro a mi mente, y tengo el impulso de querer buscarte; te anhelo. Sin embargo, también hace eco esa voz que me dice que no me necesitas, que no deseas mi compañía. Siento cada nota como un susurro seductor, y una oleada de puro fuego me recorre.
Cruel y despiadado blues, termina ya.
Pero tu eco de fría ausencia persiste. Este blues se torna en un lamento, y en el espejo, la imagen de una mujer encendida se va. Al final, solo quedo yo, atrapada en los acordes deseando ese algo que nunca fue, ni será. La noche se despide, y con ella, este maldito blues.