Yeshuapoemario

Oh, Jehová, ¿hasta cuándo tengo que gritar por ayuda para que tú oigas? ¿Por qué toleras la opresión? (Hab. 1:2, 3).

 

 

En las sombras de la duda, Habacuc halló luz,

un profeta entre tormentas..

Con palabras elevadas al cielo en oración,

buscó respuestas, buscó guía, buscó en Jehová su salvación.

 

La voz divina en el viento le susurró con amor,

le mostró un camino eterno, le alejó de su temor.

Y así, en la sagrada escritura, su historia fue plasmada,

un legado de confianza, en la prueba, acrisolada.

 

Habacuc, hombre de fe, en la incertidumbre creció,

y en su diálogo con Jehová, su espíritu fortaleció.

Aunque el futuro era incierto, su esperanza no murió,

pues sabía que su Dios, nunca lo abandonó.

 

En su lamento, una lección, que atraviesa el tiempo y el espacio,

es un eco que resuena, en el corazón del ser humano.

Cuando la vida nos golpea, y el camino se hace oscuro,

la fe es la luz que guía, es el ancla, es lo seguro.

 

Así como Habacuc, que a Jehová sus cargas dio,

nos invita a confiar, a entregarle el corazón.

Porque en la fe y la entrega, hay un poder sin igual,

es la fuerza que nos lleva, a superar cualquier mal.

 

La historia de este profeta, en las páginas sagradas,

es un faro para el alma, en las noches desoladas.

Nos enseña que en la fe, hay un refugio, hay un hogar,

y que siempre habrá respuestas, si con sinceridad se va a orar.

 

Porque Jehová, el Dios eterno, escucha la voz sincera,

y a aquel que busca con humildad, le muestra la senda verdadera.

Así que alce tu voz al cielo, no importa la tribulación,

pues habrá consuelo y fuerza, en la más sincera oración.

 

Habacuc, con su ejemplo, nos muestra un camino a seguir,

en la fe y la esperanza, en el saber confiar y construir.

Que ni la duda ni el miedo, nos aparten del amor divino,

pues en la fe de Habacuc, hay un mensaje cristalino.

 

Que en la adversidad, en la prueba más feroz,

siempre habrá una mano divina, guiándonos hacia Dios.

Y en ese caminar seguro, aunque el mundo se desvanezca,

la fe será el cimiento, que a la eternidad nos ancle.

 

Así que sigamos adelante, con la lección bien aprendida,

que en la historia de Habacuc, hay una vida enriquecida.

Y en cada paso que demos, en cada prueba que enfrentemos,

recordemos que con fe, a Jehová siempre volveremos.