El Corbán

AMOR Y TELARAÑA

El Hombre Araña, en su red suspendido,

se siente tan solo, tan incomprendido.

Salva ciudades, combate el horror,

pero lo que quiere es su dulce amor.

 

De nada le sirve volar tan ligero,

si en su pecho hay un hueco sincero.

La fama le sobra, el poder le molesta,

su único sueño es que ella lo quiera.

 

Entre telarañas, en lo alto del cielo,

sólo desea su abrazo de terciopelo.

Por más que rescate, por más que se esfuerce,

sin su Mujer Araña, su alma se adormece.

 

Los malos caen, las calles respiran,

pero en su mente sus ojos titilan.

El sarcasmo lo cubre, con risa que hiere,

sin ella no hay heroísmo que lo consuele.

 

Quiere sus caricias, su risa encantada,

que lo haga sentir su razón más sagrada.

Ser su protector, su refugio y su calma,

y así descansar, y contemplar juntos, el alba.

 

Cada salto lo lleva más lejos de todo,

pero su amor lo hace olvidar el lodo.

Porque en su red, no quiere más gloria,

solo escribir con ella su única historia.

 

El Hombre Araña, ya no quiere más,

solo a su amor, sin dejarla jamás.

Ser su héroe eterno, su abrigo, su calma,

y así tejer juntos la red de su alma.