A ti, sublime ignominia,
De musicalidad despierta.
En el jardín de blancas gardenias,
Donde tumbada y envuelta,
Como una venus de marfil,
Que duerme...
La luna apunta y te descubre,
Como queriendo decir tu nombre,
Como sabiendote diosa,
De mis ángeles mahometanos,
Que van hambrientos de erigirte.