Vuela el aire que se alisa
sobre el campo asolado,
que al pasar me acaricia
como un sueño callado.
Se mezcla con mis cabellos
y mi cara relajada,
como una varita mágica
que moviera un hada.
Es la seda que me abriga
y cubre mi alma cansada,
como una mano amiga
que surge de la nada.
Es la brisa que fluye
sin dejar su presencia,
como el tiempo que huye
y mata la adolescencia.
Su mimo es un cántico,
un verso adormecido
de los días cervánticos
que siempre han existido.
José. Antonio Artés