He obtenido un triunfo en la meditación.
Analicé el principio de todos los principios,
donde todo se convirtió en amalgama.
Vi Serpientes enroscándose unas con otras,
cuerpos viscosos, pieles brillando de mentiras
y al final, solo al final
fornicaron y poblaron el mundo.
Se separaban bruscamente
ante verdades.
Con hambre voraz gritaban por su especie.
Aún lo hacen,
ellas se parecen a la nuestra.
Penetré en los linderos de la envidia
y la ira me dio la bienvenida.
La soberbia pululaba en sus escamas.
Serpientes que con voz angustiosa
clamaban renacer en nuestra era
al pie del árbol de la vida.
Expertas del engaño, esclavas de la injuria
y dueñas de la calumnia.
Serpientes, son serpientes.
Animales inocentes
hasta que se demuestre lo contrario.
Esperan tu espalda
para clavar sus colmillos más profundos
y envenenar tu conciencia.
Serpientes, buscan convertir el día en noche.
Volvieron a estar de moda.
Se les puede encontrar en bares,
en parques, calles, avenidas
y en algunos, muy dentro de sus vidas.
El metro cuadrado a que tenían derecho
se les volvió insuficiente.
Buscan profanar tumbas y sembrar cruces
en la historia de mi era.
Y solo nos queda no darles cabida,
al cielo volver la mirada,
reclamar nuestro espacio
o seremos entonces, estirpe perdida.
JUSTO ALDÚ
Panameño
Derechos Reservados © octubre de 2024