ANNE S. Y SU PROBLEMÁTICA
Anne S. vivía en su propia casa,
un edificio unifamiliar más bien grande
y con muchas habitaciones,
seguramente con jardín y también con piscina,
y su esposo trabajaba en un banco,
o, mejor, era ya propietario de un banco,
y le traía rosas en todos los aniversarios
de bodas, un ramo de simples rosas
blancas le bastaba. Y Anne se quedaba en casa
o salía a pasear con sus amigas,
iban al cine, al teatro o de compras
y comían en los restaurantes
y así pasaban los días.
Pero Anne no se conformaba
y tenía, además, algunas ideas,
algunas muy subversivas, como de gata
enjaulada, y ya se empezaba a odiar a sí misma.
Hasta que, un día, cayó en la cuenta
de que ya no se sentía enamorada
de aquel hombre alto, guapo
distinguido, con la piel bronceada,
un poco demasiado bronceada tal vez.
Gaspar Jover Polo