Por el mar de lo divino
en un velero de perlas
viaja una paloma blanca
con su vestido de seda.
Con su atuendo de pureza
con la alcoba perfumada
va dormida la paloma
mientras las gaviotas pasan.
Ya pronto llega a la orilla
en arena de fino nácar
la esta esperando el palomo
con un ramo de gladiolos.
Juntos como nieve blanca
con sus flores como abrigo
con el aire de testigo
vuelan a su eterno nido.