Cuando se ofusca el pensamiento
y el sentimiento es más intenso,
acapara todo el impulso,
sin dar tregua al intelecto.
Cuasi fuese un ciclón,
de torbellinos y relámpagos siniestros
los que se forman ahí en los adentros,
en las profundidades
es donde surge el epicentro.
Los recuerdos,
no son tan vagos, sino maestros,
centinelas que atesoran los momentos,
que sublimes o perversos,
resguardan como guardianes
la máquina del tiempo,
almacenando experiencias que se hilan para lo eterno.
Añorando...
me quedo estacionado,
cuando recuerdo y divago en el pasado,
aunque suene disparatado,
la experiencia brota
de todo lo atravesado.
Buscando hacia fuera,
lo que adentro resuena,
como si fuese este el combate
de la vida y su dilema.