Ahí va Ricardo,
el tripulante,
el almirante
que quiso ser
y no pudo.
Le quedó grande
el uniforme...
Su risa no era
la misma.
Igualmente
surcó mares.
No sabía más,
que estar embarcado
y desde lejos ayudar
a su madre, ella no se
podía mantener con
magra jubilación.
Su mujer lo había
dejado, se cansó
de esperarlo en tierra
y se fue con
su mejor amigo.
A sus hijos,
los veía,
cuando volvía.
Pero prácticamente
no los vio crecer.
Ricardo a veces,
en las noches
moja la almohada,
con sus lágrimas
silentes...
(rosi12)