Dentro de la fortaleza de las órdenes,
Donde la verdad adopta diferentes apariencias,
Los pastores dirigen a sus manadas sin indicaciones,
Hacia precipicios sin señalizar.
Los profetas de la incertidumbre y la mentira,
Con sus creencias, limitan el razonamiento.
En el altar de la falsedad vanidosa,
Ofrecen sueños de una nueva nación.
Los protectores de la ley, sin capacidad de ver ni escuchar,
Edifican barreras de rencor y desconfianza,
Mientras los comerciantes del caos causan división,
Y siembran discordia y siembran la distancia.
En este baile macabro y cruel, donde el poder es un juego retorcido,
El pueblo, como un títere sin dueño, danza al compás de la farsa,
Sin escapatoria, en un destino predefinido,
Sumido en la oscuridad, sin una luz que lo guíe.